Dorondón
La frior humèda del dorondón
cominchea a bonico los sasos.
¡Ay, las oliveras duramente amorosiadas
por la blancor del misterio!
En un inte, van revifando
desde un arca rebutida de recuerdos
rostros, manicas replegando
olivas negras y royiscas, entre los fríos.
¡Ay, recuerdos d'aquellos que marcharon
y que perén vivirán en nusotros
mientras nusotros vivamos!
Pajàros tacaus de boira,
a bonico, a bonico,
s'han amagau al emparo
del calivo de mi alma, han buscau
la calentor del cariño d'otros tiempos.
En que replegabàmos la oliva
radía el frío: helaus teniàmos
los cocollicos de los dedos
de las manos; en las clochas l'agua
àura era yelo; àun quedaba nieve
d'un nevasco en los ubagos
_diciembre iba rematando
y ya anunciaba el cabo d'año.
Nos rosigaba el cierzo,
y el yayo, en dos garradas, s'adentró
en el pinar pa' replegar ramizos
y encendallo, y aparemos dispués las manos
sobre el fuego vantau entre cascallos,
y a bonico se fueron regalando
(gotiando, gotiando)
canchelones en los corazones;
como un maldau blanco
se fue marchando el dorondón
cara la val, cara los planos.
Cantaron los pajàros en columbrar
las sayetas espurniando de los soles.
Desde l'alta luminaria de sus vuelos,
desde l'alta atalaya de los varellos
vieron los sasos todos despejaus
allá a lo lejos; sus canciones
en los cielos azulencos alegraron las colores
de la cara de l'ivierno.
¡Qué bonicas las figuras, las olores
de las santas oliveras entre bosques
de pinos y carrascas! ¡Qué bonica
esta alta tierra, silenciosa armita de los montes!
¡Qué bonicas las olivas, ya calientes,
en las sacas! En la casetica, a la tardada,
en el fogaril zafumau y pobre,
fitos los ojos en las purnas y las llamas,
ya cansaus y cuasi sondormidos,
culebriaban mitìcos fardachos corredores
u fantastìcos pajàros en royas selvas
volando bailotiaban.
Y las caras de seres amaus, entre fulgores,
¡qué bonicas eran, entre calor d'amores!
Eran como alba profunda, perfumada,
d'un querer de joventú,
todo lleno a carambul
d'ilusiones y frescores,
eterna banasta de flores.
Y nos fuimos dispués, entre negrores,
a nuestro pueblo, a nuestra Andorra amada,
a escoscar d'hojicas las olivas
en l'aventador. En rematar, tacaus d'azaite
y de cansera, paiciàmos unos pobres.
Hasta mañana, pajàros voladores
en los cielos de los sasos y varellos y pinares,
pajàros de cantas y colores.
Hasta mañana, escuras olivicas.
Hasta mañana a todos los que amamos:
hasta mañana, amores.
Hasta mañana, infancia que marchés.
Hasta mañana, blanquinoso dorondón, marcha,
marcha a dormir tú tamién;
buenas noches.
Chuan Chusé Bielsa