17 de julio de 2008

Vichando

Camín en os Montalbos

Serca e mi rancho e palo a pique crusa
la culebra pardusca de un camino
que trepa gambetiando a la cuchiya
y se pierde dispués en un bajío.

De a ratos, dibrusao en la tranquera,
yo me pongo a vichar a los que pasan;
a los que cren tuavía en las promesas
y se dejan sinchar por las distansias.

Sé cuála es l’ansia que a cadáuno d’eyos
le sirve de rodaja;
conosco la ilusión que los cuartea
y lo fatuyo e tuitas esas cuartas.

Y sé que al repechar uno e los tantos
cuest’arribas que tiene la esistensia,
se han de sentir cansaos de andar sonsiando
y, arrepentidos, han de dar la güelta.

Yo no compriendo por qué pucha el hombre
carcula siempre hayar la dicha lejos,
siendo que, si es qu’esiste, la yevamos
en lo profundo de nosotros mesmos.

Lo pior es que risién nos damos cuenta
al dir yegando a viejos.
Cuando la vida nos ha güelto tristes
aprendemos risién a ver p’adentro...

Yo tamién, cuando moso, rodé muncho;
me aburrí de oriyar los horisontes;
y jui dejando, en pagos siempre iguales,
las osamentas de mis ilusiones.

A juersa de porrasos jui aprendiendo
a querer el silensio y la tristesa,
y a encontrar las dulsuras escondidas
entre l’amarga cáscara e las penas...

Aura tuitos mis días son de un pelo;
nada me tráin y no me yevan nada;
y voy escuresiendo dispasito
sin sentir el tirón de las distansias.

Por eso, cuando vicho pal camino,
me da lástima ver esos cristianos
que pasan con tropiyas d’esperansas
y han de volver arriando desengaños.


Serafín J. García  (Poeta uruguayo)